Normalmente
cuando nos estamos preparando para irnos de vacaciones o hacer algún viaje de
fin de semana las tareas que tenemos que realizar como por ejemplo hacer las
maletas, arreglar la casa, dejarlo todo recogido, etc… estas tareas nos ocupan
varias horas en realizarlas si las hacemos bien, el día de antes de irnos de
vacaciones si no hemos realizado las tareas debido a que las hemos dejado para
el final somos capaces de terminarlas en una hora.
Nosotros
sabemos que solo tenemos un día realizar todas las tareas entes de irnos de
vacaciones para dejarlo todo en orden, y nos las arreglamos para terminar el
trabajo en periodos de tiempo mucho más cortos de lo habitual.
Una
explicación a este fenómeno es que, cuando sabemos que tenemos tiempo por delante para
desarrollar cualquier tarea, nuestro cerebro se relaja.
Al no
tener la sensación de urgencia, es muy fácil que nos dispersemos en otras
actividades y no tengamos muy presente las tareas que tenemos que hacer antes
de irnos de vacaciones.
Cuando
por el contrario, sentimos la presión de las fechas límite y la falta de
tiempo, es cuando nos entra esa sensación de que no tenemos nada hecho y nos
vamos como quien dice mañana, inconscientemente filtramos actividades que no
nos acercan a nuestro objetivo y las dejamos de lado, y nos centramos solo en
aquello que es realmente importante para conseguir nuestro objetivo.
Podríamos
hacer un símil como si la tarea a realizar fuera un muelle, este se contraerá o
se expandirá en función del tiempo disponible que se le aplique.
Para
estos casos la Ley de Parkinson dice que “el trabajo crece hasta ocupar todo el tiempo
disponible para su realización”, esta ley la aplicamos cuando sentimos esa
sensación de presión debido a que se acerca el momento de irnos y no hemos
realizado las tareas necesarias.
Cuando
llegamos a esta situación de urgencia por resolver las tareas tenemos que
evitar 2 efectos perjudiciales que surgen debido a que no determinamos
adecuadamente el tiempo a dedicar en estas tareas.
1.La
Chapuza
Entre trabajar
deprisa porque nos quedamos sin tiempo y trabajar con eficacia hay un abismo.
Cuando posponemos las tareas en exceso, cuando estimamos tiempos demasiado
cortos para las actividades que realizamos, el resultado suele ser una chapuza
o lo que es lo mismo un trabajo de poca calidad.
Un tiempo demasiado corto no
aporta valor al trabajo.
2.El
perfeccionismo
En el otro lado
tenemos el perfeccionismo, definido como la tendencia a mejorar indefinidamente
un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado.
Un tiempo demasiado
largo a una tarea no aporta valor al trabajo
“ Lo perfecto es enemigo de lo
bueno”
Tan
malo es uno como el otro, ni dedicar poco tiempo, ni dilatar la tarea en
exceso, el punto intermedio es el objetivo donde deberíamos ubicarnos en la gestión del tiempo.
Hemos
de ser capaces de calcular cuánto tiempo debemos dedicarle a una tarea para que
el resultado sea satisfactorio para nosotros.
Al
realizar estas tareas hemos de ser eficaces ósea lograr el resultado que
deseamos, conseguir nuestro objetivo pero a su vez eficientes con el mínimo de
recursos posibles.